[BeastieCxAceHitter]: Líricas cabronas y bajos del inframundo

 

El MC moreliano Ace Hitter y el productor hidalguense Beastie C acaban de soltar un álbum jalao, pendenciero y depresivo que representa el fruto de la colaboración entre las Netlabels OSUK y Raccoonin Records, de Coahuila y Ciudad de México respectivamente.

 

Ambos artistas han tenido una trayectoria nada desestimable en círculos under del hip-hop y la electrónica Mexicana. Beastie C – a.k.a. Jorge LC – tiene largo rato produciendo beats y masterizando mezclas, sea junto a su label de las Mapachangas o junto al colectivo WOS, con tracks entre el hip-hop instrumental de rigor, engalanado con sintetizadores y otros casi esquizofrénicos, que invitan a usar la palabrita “conceptual”, como una película de David Lynch donde los personajes son muñecas barbie sin ojos en outfit ghetto. Por su parte, Ace, viene desde 2015 lanzando rimas sobre el lifestyle rapero (o de cualquiera, really) estando deprimido, quemando kush o destrozándose el tabique con talco, espolvoreado con samples de Dragon Ball Z súper criminales.

 

Los amigos se dieron cuenta de que en el hip-hop había un vacío terrible e insoslayable: esta región hueca se ubicaba entre un sample de “recargo mi semi-automática”, con su entrañable crck-chk, y las lecciones en las escuelas de humanidades sobre el Nietzche y la muerte del hombre, el estructuralismo y la fuga Foucaldeana del sujeto.
Parecían haber dos cosas: mientras los chicos de las maras se pintaban bonitos tatuajes en las caras y dejaron cabezas desperdigadas en la acera, los académicos hablaban sobre Baudrillard y cosas demasiado interesantes que a más de uno le han abierto las puertas (o las piernas) sentado en su taburete mientras parlotea con la concurrencia de amiguitos universitarios.

 

 

Así fue que el productor y el MC se decidieron a obliterar esta brecha. Bastará escuchar el track “Kingdom”, con su carismático intro para dibujar la imagen:

 


… my fucking flesh so fresh, dime carnicero, lo primero que me dicta el cerebro,
sencillito papi, si eso es lo que quiero, si el cerebro dicta al perro entonces yo soy Canserbero.

 

Estoy emputado y no sé por qué,
tengo que trabajar y no sé por qué,
vine al mundo a parar y no sé por qué,
voy a jalar el gatillo like Kurt Cobain,
neta a veces muy harto y no sé por qué,
he probado el asfalto y ni sé por qué…

 

 

Ser un veinteañero en latinoamérica es así: atravesar las calles y ciudades, atravesar un pensum de estudio y aglutinarlo todo, juntando los mundos paralelos con nuestro agobio y el vacilante entusiasmo, mientras recordamos la música que nos deslumbró hace algunos años mozos cuando Soundcloud no había asomado la cabeza, en la época en que los downloads piratas parecían inderrotables. Buscando “nuestro propio reino”.