Kelela
Por más que el paradigma pop actual parezca estar obsesionado con lo raro y exageradamente sofisticado, algunos artistas toman una postura muy avant garde en contra del hype por lo avant garde, dirigiendo su trabajo a territorios musicales más tranquilos y conocidos, al tiempo en que les engarzan detalles de las tendencias del día. Esto es lo que hace Kelela, una cantante sumamente habilidosa de Washington. Con un sonido muy de finales de los ‘90 y de los 2000s incipientes, sus vocales sedosas empaquetan diversos estilos electrónicos en pistas de R&B delicadas y carentes de pretensiones.
Debutando alrededor de 2013, sus producciones parecen haber trazado un loop-de-loop a través de distintos espacios musicales. Empezando hacia arriba – desde lo under a lo mainstream – con un trabajo colaborativo con pioneros de las disqueras electrónicas del Reino Unido, que fuera aclamado por la crítica. Hoy en día, parece estar descendiendo desde las alturas, desde los sonidos arquetípicos del pop, house y R&B noventero, intentando reunirse con el caldo primordial de sus comienzos eléctricamente cargados.
Fotografía: Elijah Dominique
Es por estas idas y vueltas que recorrer su discografía puede ser una experiencia polifacética, cohesionada sólo por su voz. En su debut, Take Me Apart, representa un trabajo conjunto entre un puñado de productores de estilos diferentes (por ejemplo, Arca y Jam City) tejida estrechamente en una forma de R&B suave y muy apta para los clubs. Entrelazar esta diversidad de estilos es quizás todo un logro en sí mismo, en parangón con el mayor nivel de desarrollo que ha alcanzado su repertorio de voces: entre aquellas al fondo, bañadas en reverb y los versos que dirigen cada pieza, alcanza una nota casi nostálgica, llena del sabor de Janet Jackson y Destiny’s Child.
Si nos devolvemos unos cuantos años a su primer álbum, en lugar de re-imaginar sensibilidades pop, la encontraremos acomodándose perfectamente en los paisajes dibujados a una variedad abrumadora de productores. Bok Bok, Dubbel Dutch y Nguzunguzu son atraídos por su canto – o quizás apaciguados por ella – en una agradable mezcla de tremores dubstep, sintetizadores gomosos en coro, redobles y claps en tónica grime, crocantes como cotufas, proviniendo de drum machines vintage; todo ello espaciosamente colocado alrededor de su voz. En retrospectiva, casi pareciera un talento innato, seguramente la experiencia le enseñó la forma en que su voz halaga las mezclas electrónicas. Al mismo tiempo, la colaboración introdujo amistosos elementos pop en los géneros más under que Night Slugs y Fade To Mind habían logrado establecer en su país, pero que podían beneficiarse de mayor atención internacional. La creatividad que Kelela coloca en su trabajo la han llevado a trabajar junto a proyectos tan notables como Teengirl Fantasy, Gorillaz y Clams Casino, así que probablemente veremos más de ella.
Presentándonos una imagen de la feminidad elegante, honesta y confiada, nos habla en términos cotidianas, más por discreción que por timidez, enfocándose en el romance, el desamor y la lujuria. Sin hacer la vista gorda a las transformaciones en las dinámicas de género de nuestros días, toma una actitud provocadora y se regodea de sus poderes femeninos en Gomenadai, una pista de su primer EP, preguntando a su amante por qué le avergüenza tanto que ella ejerza sus poderes sobre él. En LMK, no tiene problemas para hacer a algún chico distraído caer en cuenta de quién tiene al frente, o quizás sólo lo deja.
Cuando Cut 4 Me salió al aire, sus letras fueron elogiadas por su humanidad y sinceridad carentes de toda pretensión, pues se coloca, se molesta, queda encantada, descorazonada, cachonda y finalmente chill frente a nuestros ojos, dejando de un lado las maneras marcadamente sexualizadas o robóticas que aparecen en otros trabajos del “Twisted R&B”.